Hola a todos/as, hoy me gustaría compartir con vosotros/as una de las cartas que el Dr. Edward Bach envió a sus más estrechos colaboradores cuando ya intuía que su existencia terrenal pronto se interrumpiría, un escrito, que a mi personalmente siempre me ha gustado.
Siempre que leo el primer párrafo, cuando se refiere a la pequeña Hermandad, me imagino a Sedibac y a los socios y socias, donde nadie es ni más ni menos que los otros (que guay).
Es muy probable que esta carta a muchos/as de vosotros/as ya os resulte conocida, pero seguro que hay socios/as nuevos/as para los que será una novedad, por eso he pensado que podría ser de vuestro interés.
La carta en cuestión, está sacada del libro Bach Por Bach, Obras Completas, que os recomiendo leer.
Un abrazo.
26 de Octubre de 1936
Queridos amigos:
Sería maravilloso constituir una pequeña Hermandad, sin rangos ni categorías, donde nadie fuera más ni menos que los otros, para dedicar nuestras vidas a cumplimentar los siguientes principios:
1) Se nos ha deparado un sistema curativo que no tiene precedentes en la memoria de la humanidad; con la simplicidad de estos remedios florales podremos tener la absoluta certeza de contar con sus maravillosas virtudes para vencer la enfermedad.
2) No criticar ni condenar jamás los pensamientos, las opiniones o las ideas de los demás, recordando siempre que todos los seres humano somos criaturas de Dios, y que cada uno de ellos recorre su camino hacia la Gloria del Divino Padre.
3) Llevamos en nuestra mano diestra, como los Caballeros del pasado, armas para vencer al dragón del Miedo, sabiendo que nunca deberemos pronunciar una palabra de desaliento, sino que, por el contrario, debemos llevar Esperanza y sobre todo seguridad, a aquellos que sufren.
4) Jamás debemos dejarnos llevar por los éxitos o las adulaciones que podamos encontrar en nuestra misión, recordando siempre que no somos otra cosa que los mensajeros del Gran Poder.
5) Cuando más profundicemos en la confianza de quienes nos rodean mejor podremos infundirles nuestra convicción de que todos nosotros somos solamente agentes de la Divinidad, enviados para socorrrerlos en sus necesidades.
6) A medida que los enfermos mejoren, debemos explicarles que las hierbas de los campos, que son las que los están curando, son dones de la Naturaleza: que son Dones de Dios. De esta forma, lograremos que crean nuevamente en el Amor, la Misericordia, la Compasión y la Fuerza Omnipotente del MÁs Alto.
Edward Bach.