Indagación personal
Tomar las flores, de acuerdo a una indagación personal de autoconocimiento, de un auténtico “mirar” de frente nuestra realidad, tanto la que llamamos exterior como la interior.
Nuestra primera pregunta sería, si estamos mirando realmente lo que es o nos estamos engañando frente a lo que vemos. Ya sea porque, o no lo podemos ver o no lo queremos ver, porque puede ser demasiado duro. Si uno lo puede hacer sin ayuda de las flores: ¡Adelante!
Pensamos que todo honesto terapeuta de flores, debería indagar sobre sí mismo, porque si no parte conociéndose ¿cómo pretender conocer a los demás?
Agrimony
Sí, no es posible esta indagación sin la ayuda de las flores. Agrimony es la flor que hará salir todo lo que misteriosamente no podemos o no queremos ver.
Sacará la careta que nos ponemos frente a nosotros mismos o frente a los demás y nos permitirá ver realmente lo que es.
Agrimony no es un catalizador que aclara qué flores tomar, sino que extrae lo que está profundamente arraigado de nuestra personalidad y que permanece, como intocable e inamovible.
Sin el primer paso de Agrimony, es casi imposible una indagación honesta. ¿Quién en alguna forma no se engaña a sí mismo o a los demás, voluntaria o involuntariamente?
Hay una clave de indagación cuando tomamos Agrimony para averiguar lo que nos pasa cada vez que tenemos una zona en nuestro interior que por alguna razón no queremos ver, ya sea porque lo postergamos o nos damos una excusa. Ahí está justamente la base del escollo de nuestra ignorancia o conflicto.
El decir por ejemplo: no, esto no es necesario, lo veré más tarde; o no lo miro porque es muy duro; o esto no tiene importancia; o esto no lo miro porque lo tengo superado o esto no es positivo; o esto no es correcto, etc.
Trilogía Autocentramiento
Afortunadamente, Agrimony te demostrará claramente que estás equivocado y que todo, absolutamente todo, hay que mirarlo. Te hace ver la manera en que siempre, en alguna forma, estás tratando de proteger un centro. Un centro que siempre se siente vulnerado, y que nuestra mente, con participación de las emociones, protege contra viento y marea.
Las flores Chicory, Heather y Willow tienen que ver directamente con las distintas maneras con que operamos desde este centro. Chicory protege el centro atrayendo y controlando todo desde allí, sin permitirse soltar nada y defendiendo el territorio a toda costa. Esta forma de autocrecimiento puede alcanzar las maneras más exquisitas del egoísmo sin la menor entrega y siempre creyéndose algo importante, desde donde gira toda la relación con el mundo externo.
Luego, Heather exige una permanente atención llevada a cabo con una presión insoportable hacia los demás.
Pero nuevamente, es la protección del centro lo que está detrás de esta exigencia.
La manera de proteger este centro es la salida hacia los demás en forma de culpabilización, para mantenerlo intacto y rehuir la indagación en nuestro propio interior.
En los tres casos se procede con distintas variantes de la autocompasión. En el caso de Chicory, con el chantaje afectivo de “a mí no me quieren”. En el de Heather, con la hipocondría y el constante pedido de atención sobre el cuerpo, conducta, etc. En el caso de Willow, responsabilizando a los demás de lo que nos ocurre.
El tomar estas tres flores durante un tiempo, trae una serie de consecuencias tanto mentales, emocionales, como físicas. Al sentirse desapegado de este centro que se defiende, a quien toma esta trilogía de descentramiento se le pueden producir desde mareos hasta una clara sensación de “no ser el mismo”. ¿Qué es lo que se remueve dentro?: las ligazones con ese centro que sólo existen en nuestra mente y que nos separan de los demás. Ese centro que fortalece las posiciones egoístas, egocentristas, ególatras, etc.
Estas tres flores aparentemente, dan un duro golpe a nuestra individualidad, ya que impiden en gran medida que nos aferremos a una pseudopersonalidad que nos separa del resto de los seres humanos y del mundo.
El efecto de estas flores es en muchos casos inmediato. Al tomarlas pueden aparecer otros estados de diferente naturaleza como el miedo o la inseguridad que acompañaban a este pseudocentro tan celosamente guardado.
Artículo publicado en boletines número 6 y 8 del año 1995. Escrito por Carlos Cruz, cofundador de SEDIBAC.
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