BACH describe la psique colectiva de las plantas y sus campos mórficos
Artículo de la revista nº56 escrito por Lago Mussons Rojas, afloraconciencia@gmail.com
Todos recordamos como Bach nos repite, a lo largo de su obra, que los terapeutas florales necesitamos ser grandes conocedores del alma humana. Sin embargo, al releerla no deja de sorprenderme una y otra vez hasta que punto él la conocía. Y no sólo la nuestra, también la de sus grandes amigas: las plantas.
Quisiera compartir una de sus grandes genialidades, que descubrí mientras investigaba la relación de las ideas de Bach sobre la Unidad del alma humana, con las teorías de Jung sobre el inconsciente colectivo y las más recientes de Sheldrake sobre los campos morfogenéticos o mórficos.
Durante ese periodo, cuando consultaba las obras completas de Bach siempre se abría el libro por la página del cuento del Roble Albar, tanto sucedió, que intuí que no podía ser “casual” y comencé a leer la historia. Mi asombro fue superlativo cuando me di cuenta que, de la forma más sencilla y clara que pudiera imaginarme, Bach escribe sobre la psique colectiva de las plantas y su campo mórfico, antes de que Jung y Sheldrake desarrollaran sus respectivas teorías.
En el breve cuento del Roble Albar, Bach nos narra como un hombre escucha a un roble pensar para sí mismo, quejándose de que no le es posible desplazarse como pueden hacer los animales, anhelando nuevas experiencias. Ese hombre, con el tiempo, descubre un remedio elaborado a partir de las flores del árbol. Años más tarde, tumbado, sin saberlo, bajo otro roble de un lugar lejano, le oye decir que se siente muy feliz porque ahora puede viajar por el mundo sanando a gente.
Podríamos pensar que es sólo una forma poética y antropomórfica de expresar su propio sentir, pero él en otras ocasiones ya describe otras plantas y sus efectos sanadores haciendo que ellas sean las protagonistas de historias. Y en este caso, me atrevo a afirmar (y explicaré mis razones) que Bach expone aquello que para él era una realidad: que las plantas de una especie vegetal tienen conciencia, sienten y mantienen una comunicación entre ellas, que esto les permite compartir las experiencias de otros miembros de su especie. Y que además, pueden percibir conscientemente las experiencias de todas sus células, incluso de partes de sí mismas de las que ya están separadas (como las flores utilizadas para elaborar las esencias).
Lo expuesto supone que existe la posibilidad de transmisión de información capaz de salvar distancias físicas. Esta última idea ha sido investigada desde el paradigma de la física cuántica, en experimentos que demuestran que dos partículas subatómicas, después de ser separadas a kilómetros de distancia, se afectan simultáneamente cuando unas de las dos es alterada[1]. Los resultados muestran, por tanto, una conexión no espacial entre ellas, que trasmite una información instantáneamente, lo que supone la existencia de un vínculo de unión entre ambas para el cuál no representan un obstáculo grandes distancias.
Una vez más el Dr. Bach nos sorprende como científico adelantado a su tiempo, dado que sus teorías se integran en el paradigma científico cuántico actual. Pero Bach da un paso más, cuando al referirse al segundo roble, que siente los efectos de las flores, nos indica que al menos algunos tipos de árboles mantendrían la capacidad de ser conscientes de esa conexión de todos sus componentes materiales, aún estando separados de parte de ellos. Y va más allá todavía, cuando nos indica que el segundo árbol siente las experiencias del otro, alejado físicamente de él. Lo que supone la existencia de una conciencia colectiva de la especie, que se nutre de las experiencias de cada uno de sus miembros y viceversa.
Carl Gustav Jung y Rupert Sheldrake
Jung explica en su Psicología Profunda, que estas capacidades no serían conscientes en la mayoría de los seres humanos, pero que todos las poseemos, conformarían parte de lo que denomina inconsciente colectivo.
A conclusiones semejantes ha llegado el biólogo Sheldrake, a partir de observaciones en el ámbito de la etología, que expone y desarrolla en su teoría de los campos mórficos.
Entendiendo que los terapeutas florales ya conocen la obra del Dr. Bach, describiré muy brevemente algunas aportaciones de los otros autores, para facilitar la comprensión de las ideas expuestas. Sus conceptos clave son los siguientes:
Carl Gustav Jung, fue psiquiatra y discípulo preferido de Freud, aunque posteriormente este último lo repudiara por diferencias irreconciliables. Jung considera que la psique individual participa de un «inconsciente colectivo», que es el fundamento del inconsciente personal y vincula al individuo con el conjunto de la humanidad. Es decir, todos los humanos participamos de una fuente de información psíquica común.
Describe este inconsciente colectivo compuesto por unos elementos, Arquetipos. Su nombre deriva de las palabras griegas arjé que indica principio, origen; y tipo deriva de un verbo griego que significa “modelar” y del correspondiente sustantivo que indica una imagen o modelo. Así, Arquetipo significa el modelo a partir del cual se configuran las copias, el patrón subyacente, el punto inicial desde el cual algo se despliega; Se manifiesta cuando vuelca su potencial, se llena de contenido individual y se vuelve experiencia consciente o inconscientemente. Los arquetipos mismos carecen de forma y no son visualizables, son como un patrón de información potencial, no pueden comprenderse directamente por análisis intelectual. Podemos conocerlos a través de sus efectos y visualizarlos mediante las imágenes arquetípicas. Para Jung éstas son las imágenes a través de las cuales se manifiesta el inconsciente en los individuos, tienen elementos simbólicos y aparecen en nuestros sueños, meditaciones, expresiones artísticas y en los mitos colectivos.
Jung considera que el inconsciente colectivo y sus arquetipos nos influyen, modelan nuestro comportamiento y se manifiestan a través nuestro. Tanto en las acciones individuales como colectivas. Y que estos arquetipos colectivos se pueden activar y modificar por la acción repetida de los individuos[2].
Este razonamiento tiene su correlato también en las recientes teorías de Rupert Sheldrake, un biólogo que ha desarrollado el concepto de “campo mórfico” de una especie y la posibilidad de que en ella se generen cambios generales en los procesos evolutivos colectivos a partir de cambios individuales aislados, si estos se repiten en un cierto número de especimenes, que el denomina “masa crítica”. Sheldrake propone en su libro Una nueva Ciencia de la Vida que todos los sistemas se regulan por campos organizadores invisibles, los campos morfogenéticos o mórficos, que funcionan como si fuesen modelos para la forma y el comportamiento.
Los campos morfogenéticos o campos mórficos llevan información, no energía, y ejercen influencia a través del espacio y del tiempo sin pérdida alguna de intensidad después de haber sido creados. Son campos no físicos que ejercen influencia sobre sistemas que presentan algún tipo de organización inherente. Para él la forma depende de la resonancia mórfica a través del tiempo.
Su teoría de la causación formativa se centra en cómo las cosas toman sus formas o patrones de organización. Explica la formación de átomos, moléculas, células, cristales, plantas, animales, sociedades, galaxias. Abarca a todas las cosas que tienen formas, patrones, estructuras o propiedades auto-organizativas.
A nivel de patrones de conducta, según la hipótesis Sheldrake, los cambios en las acciones de los individuos pueden modificar el campo mórfico de la especie y propiciar que aparezcan esas conductas nuevas en otros miembros de la especie (ver figura 1).
Así, todas las veces que un miembro de una especie aprende un comportamiento nuevo, cambia el campo mórfico de la especie (3). Este cambio es, al principio, apenas perceptible, pero si el comportamiento se repite durante cierto lapso, cada vez aparece con más facilidad en otros miembros (4), hasta que el grupo que lo realiza es lo suficientemente grande que su resonancia mórfica afecta a la especie entera, saltando las barreras de espacio tiempo (5). La matriz invisible que lo permite es un campo morfogenético. Esto lo corrobora con al observación del aprendizaje de nuevas conductas en los primates, lo que ha dado origen al mito del centésimo mono.
Para Sheldrake un campo mórfico no es una estructura inmutable, sino que cambia al mismo tiempo que cambia el sistema con el que esta asociado. La “acción” repetida, es el factor que origina el cambio de los campos mórficos. A través de los hábitos, los campos mórficos van variando su estructura y dan pie así a los cambios estructurales de todos los sistemas a los que están asociados.
Por ejemplo, volviendo al reino vegetal, si en un bosque de coníferas se genera el hábito de extender las raíces a mayor profundidad de lo normal, para absorber más agua, por una necesidad adaptativa. El campo morfogenético de la conífera asimila y almacena esta información nueva que se comparte a través de la resonancia mórfica, no solo por ejemplares de su entorno, sino en todos los bosques de coníferas a lo largo del planeta. Así otros árboles, miembros de la especie, si se encuentran en circunstancias similares, pueden compartir esa información latente y tendrán más posibilidades para activar el desarrollo de raíces más profundas.
Cuando Bach, en su cuento del Roble Albar, nos explica que dos árboles de la misma especie, situados en lugares distantes, pueden compartir la información de sus experiencias y lo que sienten, integra, como realidades complementarias, la teoría de Sheldrake sobre la acción y la forma de una especie, y la de Jung respecto de la psique.
Relación las teorías de Bach, Jung y Sheldrake
Como habéis podido ir deduciendo, existen muchas más similitudes y analogías entre las teorías de los tres autores de las descritas hasta ahora, pero nos centraremos en unas ideas claves nombradas: Unidad, modelos organizativos y evolución.
Coincidencias analógicas sobre la Unidad
Para Bach, la humanidad es una, el sufrimiento aparece cuando se atenta contra esa unidad. Y para Jung, estamos todos unidos por un inconsciente colectivo. Respecto a las analogías entre inconsciente colectivo y campo mórfico, el mismo Sheldrake equiparó las dos ideas:
“La idea que estoy expresando es muy similar a la idea de Jung del inconsciente colectivo. La principal diferencia es que la idea de Jung fue aplicada principalmente a la experiencia humana y a la memoria colectiva humana, lo que yo estoy proponiendo es que hay un principio muy similar que opera por todo el universo, no sólo en los seres humanos”.
Por lo tanto, podrían relacionarse el concepto de campo mórfico humano con el de inconsciente colectivo, Y por otro lado, los arquetipos psíquicos del ser humano podrían tener sus homólogos en el reino vegetal, si aceptamos que las plantas pueden sentir y pensar como nos indica Bach, también tendrían psique y arquetipos vegetales.
Mediante un esquema aclaratorio estableceré los paralelismos de expresión y manifestación entre los campos mórficos vegetal y humano en diferentes planos (ver figura 2).
Así, cada esencia floral contiene la información de un campo mórfico de una especie vegetal, posee un patrón auto-organizativo de vibración y de acción específico que se manifiesta, como todos los campos mórficos, en diversos planos.
- Lo que los terapeutas florales conocemos como patrón transpersonal, corresponde a un campo mórfico vegetal, ya que se refiere a un modelo de acción, de información activa, que se manifiesta en diversos planos organizativos de un mismo individuo (energético, físico, emocional, mental).
- Existe también un correlato entre los arquetipos psíquicos vegetales y humanos.
- Así mismo, en la signatura de la planta descubrimos la forma en que el reino vegetal manifiesta externamente su esencia interna. Y nos da información, por analogía, a cerca de las características de la personalidad humana sobre las que actuará.
Todo parece indicar que diferentes campos mórficos pueden interaccionar entre sí (ver figura 3). Así lo demuestran los efectos de las esencias florales en humanos, animales y otras plantas.
Según lo expuesto anteriormente, para Bach, Jung y Sheldrake, los cambios evolutivos de las especies se producen por la acción individual que influye en la colectiva. Si tenemos en cuenta que los campos mórficos interactúan, podemos adquirir una perspectiva más amplia de nuestra relación con las esencias, de cómo influyen en nuestra evolución y viceversa.
Sobre la relación entre las esencias florales y los seres humanos, resumo de forma sencilla algunas deducciones que se pueden extraer:
- Cada esencia sería la manifestación vibratoria y de información activa de un campo mórfico en el reino vegetal. Cuando se pone en contacto con la vibración de nuestros campos mórficos humanos, pueden entrar en resonancia produciendo un efecto sincrónico sobre diversos planos energéticos del ser humano.
- Los arquetipos florales que corresponden al plano psíquico del reino vegetal, pueden interactuar con los arquetipos psíquicos del ser humano.
- Las esencias florales pueden activar, por medio de los campos morfogenéticos de la humanidad, cambios evolutivos personales, e indirectamente colectivos.
- El ser humano, al tomar las esencias florales, transmite a su vez una información al campo mórfico de la especie vegetal con que se elaboró, interviniendo por tanto también en su evolución.
Consideraciones finales
Lo verdaderamente asombroso es que Bach, con los dos sencillos métodos de solarización y ebullición, al elaborar las esencias florales descubre un método para aislar la información de un campo mórfico vegetal. Además, lo hace de forma que pueda seguir transmitiendo información, tanto a los seres humanos como a la especie de plantas de las que se extrajeron. Y nos lo brinda como remedios para sanar nuestro cuerpo, mente y alma.
De una manera u otra casi todos los que hemos tomado esencias florales, alguna vez al menos, nos hemos ”sentido” diferentes. Ser más conscientes de su información vibracional, nos permite EXPERIMENTAR (no sólo pensar) la conexión del hombre y la naturaleza, e ir descubriendo de forma íntima y personal, progresivamente, los entresijos de nuestra psique y la forma particular por la que cada uno se armoniza con su esencia y su aprendizaje particular, que le llevará a su realización, aportándole felicidad y salud.
Todos tenemos la posibilidad de sentir y percibir la conexión con las esencias florales, escuchar sus mensajes, es una facultad que puede necesitar entrenamiento, pero que podemos realizar si focalizamos nuestra intención y atención en ello, cada uno a su manera. Se puede hacer mediante los sueños; atendiendo a la sincronicidad de los acontecimientos del día a día y su significado; a través de la meditación; cuando se toman o se está cerca de ellas directamente en la naturaleza y durante ruedas de energía grupales.
Os adjunto además, en la bibliografía, algunas de las obras que me han aportado conocimientos interesantes, que me han servido de impulso para seguir mi camino, abriendo puertas a nuevas posibilidades. Aunque, por supuesto, hay muchas otras más que ya se han abierto y se abrirán para vosotros.
Notas
[1] Sivia Ariki, desarrolla este tema de una manera clara y magistral,en su ponencia El Sistema floral del Dr. Bach a través de la física cuántica, presentada en el Congreso SEDIBAC de Terapia Floral (Barcelona, 2009). Publicada en la revista SEDIBAC nº 53. Que podéis consultar on line en www.sedibac.org
[2] Si queréis profundizar más en el tema de arquetipos y su relación con esencias florales os recomiendo la lectura del libro de Barbara Espeche y Eduardo H. Grecco, Jung y Flores de Bach. Continente. Buenos Aires, Argentina, 1991.
Bibliografía:
Ariki, Silvia. articulo El Sistema floral del Dr. Bach a través de la Física Cuántica. Revista SEDIBAC nº 53. Barcelona, 2009.
Bach, Edward. Obras Completas. Julian Barnard. Óceano. Barcelona, 2004.
Barbara Espeche y Eduardo H. Grecco, Jung y Flores de Bach. Ediciones Continente. Buenos Aires, Argentina, 1991.
Cañellas, Jordi. Cuaderno Botánico de Flores de Bach. Integra lRBA. Barcelona, 2008.
Juan Bautista, Lluis. Bach Esencial.Indigo. Barcelona, 2005.
Kaminski, Patricia. Flores que Sanan. Nestinar. Barcelona, 2001.
Orozco, Ricardo. Flores de Bach: Manual para Terapeutas Avanzados. Indigo. Barcelona, 1996.
Jung, C. G. Arquetipos e Inconsciente Colectivo.‐ Paidós
Jung, C. G. El Hombre y sus Símbolos.‐Luis de Caralt
Jung, C. G. Recuerdos, Sueños,Pensamientos.‐ Seix Barral.
Sheldrake, Rupert. Una nueva ciencia de la vida. Kairós, 1990. Barcelona.
Shinoda Bolen, Jean. Los dioses de cada hombre. Kairós, 1999. Barcelona.
Shinoda Bolen, Jean. Las diosas de cada mujer. Kairós, 1993. Barcelona.
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