Artículo de la revista N.º 106 escrito por Ricardo Orozco
Objetivos en terapia floral: Un lugar al que mirar
No creo que exista un modelo de entrevista propiamente floral. Al menos no uno estándar. Y está bien que sea así, porque nuestra función de acompañantes requiere una actitud flexible cuando entrevistamos al cliente (o consultante, si se prefiere el término).
A mi modo de ver, no sería pues conveniente una especie de “anamnesis” a imitación de la alopatía o de algunas escuelas de naturopatía, en donde el cliente termina perdiendo presencia y es percibido como una serie de signos, síntomas y, en el mejor de los casos, emociones en cierta forma descontextualizadas de la persona.
Se presenta así la necesidad de un modelo flexible de entrevista con ciertos contenidos, creo que muy importantes. Uno de ellos es el trazado de objetivos.
Los objetivos son un lugar al que mirar, un puerto hacia el que va la barca del cliente, acompañado por nosotros y asistido por la magnífica brújula que son las esencias florales. Esto evita que el viaje termine en una deriva sin rumbo. Pero debemos tener siempre en cuenta que la barca y la ruta son las del consultante, no las nuestras.
El trazado de objetivos puede muy bien ser la última parte de la entrevista, cuando ya el cliente nos ha explicado lo que le pasa (estado actual) y lo que quiere (estado deseado).
Pero es obvio que los objetivos establecidos tienen necesariamente que reunir unas condiciones para ser válidos.
- Ser expresados en positivo. Por ejemplo, «quiero ser más asertivo», en lugar de «no quiero ser tan cobarde».
- Ser muy concretos. «Quiero conseguir hablar en público de forma segura», en vez de «me gustaría mejorar».
- Significa algo razonablemente alcanzable. Por ejemplo, «quiero conseguir un trabajo que me permita tener unos ingresos de xx» en lugar de «quiero que me toque la lotería».
- Auto-responsabilizados. Quiere decir que dependan de uno, como los objetivos válidos expresados en los apartados anteriores. No son asumibles objetivos como «quiero que mi marido se dé cuenta de que con esa mujer con la que se ha marchado no tiene ningún futuro», o bien: «mi objetivo es que no les pase nada malo a mis hijos».
- Ecológicos. Que no descuiden otras áreas de la vida ni perjudiquen a nadie. No sería un
objetivo ecológico el pretender sacar el primer puesto en unas oposiciones masificadas, ya que, sin duda, el camino que puede llevar a ello perjudicará otros aspectos importantes de la vida (descanso, familia, tiempo libre, probablemente la salud, etc.). Si bien es cierto que las decisiones tomadas pueden lastimar a otras personas, como por ejemplo finalizar una relación de pareja ya agotada, o no estudiar la carrera que los padres han elegido para uno, ninguna de estas decisiones busca dañar a otros, sino seguir el propio camino.
Cuando se presentan varios objetivos en la terapia, cosa bastante común, se puede pedir al cliente que los jerarquice, que los coloque en orden de prioridad.
Los meta-objetivos están más allá de los objetivos. Es lo que se espera obtener cuando los objetivos hayan sido alcanzados. Pueden explorarse con preguntas tales como: ¿Para qué quieres conseguir tal o cual cosa? o ¿Y cómo será tu vida cuando hayas conseguido tal o cual objetivo? ¿Para qué quieres alcanzar este objetivo? ¿Qué conseguirás con ello?
En ocasiones, la exploración de los meta-objetivos termina siendo un sondeo de los valores del consultante.
Los objetivos pueden ir variando a lo largo del proceso terapéutico, a medida que el cliente va conociéndose y viéndose con más recursos. Pero en una primera instancia, ayudan en la ato-exploración de quien acude a nosotros, al mismo tiempo que lo convierten en el protagonista de la experiencia. También lo comprometen en un proceso, en un viaje que posiblemente dure un tiempo, si él lo desea.
Esto último contribuye a que el cliente no tome el proceso floral como una degustación de un frasco prácticamente sin recorrido terapéutico alguno, como ocurre en demasiados casos.
Otro tema interesante es que el trabajo con objetivos atenúa el que todo el proceso floral gire en torno a la fórmula, lo cual constituye un error, puesto que así el cliente puede declinar toda su responsabilidad en ella y en quien la prepara, es decir nosotros. Exactamente lo mismo que sucede en la medicina alopática.
Y ya, por último, aunque se me ocurren otras ventajas del trazado de objetivos, nos permiten mirar hacia un futuro a medio plazo y no estar tan pendientes de los estados diarios, es decir «que hoy estoy así y mañana de otra manera» y la eterna cuestión de si las flores me están yendo bien o no desde una evaluación inmediata, apresurada y prácticamente mágica.
Entre el estado inicial y la consecución de los objetivos puede considerarse la existencia de evidencias, es decir señales de que uno está en la dirección adecuada hacia el objetivo. Un ejemplo fácil: si el objetivo fuera perder 10 kg, una evidencia alentadora sería el haber perdido 3 kg. en un par de semanas.
Y así podemos seguir en la dirección anhelada, tal vez sin olvidar que, como en el viaje a Ítaca, el tema en realidad no es llegar a la meta, sino el propio viaje en sí para algún día convertirnos en Nosotros Mismos… Pero esto mejor no comentarlo al cliente y que sea él quien lo vaya descubriendo poco a poco.
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