Artículo de la revista N.º 49 escrito por Ricardo Orozco
Centaury: ¿Víctima o constructor de su propia realidad?
A menudo pensamos en los Centaury como seres atrapados, prisioneros, esclavos evidentemente retenidos contra su voluntad y por tanto dignos de compasión y ayuda.
Siguiendo con la esclavitud, no encontramos en la historia de la misma la existencia de oficinas de reclutamiento donde se presentaran voluntariamente los mencionados esclavos para ser enrolados en un penoso e incierto oficio. Más al contrario, los susodichos eran botín de guerra o a menudo el resultado del negocio de empresarios psicopáticos y caciques corruptos. Hasta hace relativamente poco tiempo todo ello era perfectamente legal y bien visto por la sociedad de la época.
Sin embargo, creo que, debemos intentar entender un poco la mente del CEN para aproximarnos de forma objetiva a las situaciones en las que cae.
CEN corresponde exactamente a lo que la psicología contemporánea entiende por personalidad dependiente. La ventaja de esta asociación es que, bajo este prisma, encontramos literatura científica[1] que disecciona perfectamente la mente, emociones y conducta de las personas con este patrón.
¿Pero qué terapeuta medianamente empático no se ha sentido conmovido y solidario con algunos pobres CEN y a su vez tentado de aconsejar, resolver o al menos mejorar su desdichada vida? [2]
En este artículo, intentaré obviar el a priori de CEN como víctima, con la constatación más realista de CEN como constructor de su propia realidad.
La personalidad dependiente (o CEN que es lo mismo) se asienta sobre las siguientes creencias negativas: “Estoy totalmente solo, completamente indefenso” “Soy inadecuado, inútil” “Sólo puedo funcionar si tengo al lado a alguien verdaderamente competente” “Si me abandonan moriré”
Esta sensación-convicción de desvalimiento profundo genera una gran necesidad de que se ocupen de uno, lo que activa un comportamiento de sumisión alentado por el fantasma del miedo a la separación, abandono, sustitución, rechazo, etc… A cambio de protección y supervisión, CEN se entregará totalmente al servicio del otro: le dará amor, ternura y sobre todo será leal, obediente y sumiso. Si el otro es feliz, él también lo será.
Una característica interesante de los CEN es que son muy poco sofisticados mentalmente: esto es, bastante inmaduros e infantiles. Construyen un mundo simplista pero mucho más manejable y menos amenazador que el real.
Existen 3 mecanismos psicológicos de defensa en el dependiente (CEN para nosotros), que transcribo literalmente del trabajo de Theodore Millon[3], tomándome la libertad de añadir algunas esencias a la descripción:
- Introyección: interiorizar la identidad de otra persona para dar lugar a una fusión de más débil con más fuerte, de incompetencia y de habilidad, de inutilidad y de seguridad en uno mismo. Cuando los dependientes se miran a sí mismos ven inadecuación e incompetencia (Larch) que reflejan su carencia básica de habilidades y conocimientos. A su vez, estas introspecciones generan sentimientos de minusvalía y terror existencial (Sweet Chestnut) ante la posibilidad del abandono y el tener que ocuparse de sí mismos. El dependiente toma prestada la potencia, habilidad y autoestima del otro y a cambio le proporciona su voluntad de estar al servicio de sus objetivos.
- Idealización: por ejemplo de sus parejas. No conciben a éstas como seres humanos con sus potencialidades y debilidades. Los convierten en protectores sobrenaturales. Es un mecanismo infantil de muchos niños hacia sus padres… seres omnipresentes y omnipotentes…
- Negación: Aunque la introyección genera sentimientos tranquilizadores por estar unido a una persona poderosa, no es capaz de eliminar todas las fuentes de ansiedad. La negación (Agrimony) sirve para amortiguar cualquier sentimiento de fatalidad o aprensión que la introyección no pueda eliminar. Mediante la creación simplificada de un universo desprovisto de dificultades objetivas, a los dependientes les resulta más fácil ser ingenuos, infantiles y dulces. Otra función de la negación es evitar que los dependientes reconozcan sus propios impulsos hostiles. Para los dependientes, la ira (Holly) es extremadamente amenazadora. Si ellos admiten que la tienen, ¿de qué serán entonces capaces los demás? Además esto destruye la ilusión de seguridad y protección que los tranquiliza.
Pero a todos estos mecanismos que nos ayudan a entender la problemática de los CEN, se añade otro singularmente preocupante. Rehuyen en general el desarrollo de toda aptitud que los pueda llevar a una vida más independiente. De manera que no es extraño que boicoteen todo intento de los demás para el desarrollo de algunas destrezas, como aprender a conducir, un trabajo independiente, etc. Si asumiesen estas sugerencias, los demás les exigirían cada vez más y les pedirían que asumiesen el control de sus propias vidas, cosa que les aterroriza.
Del mismo modo, cualquier conato de ira o de rebelión, puede hacer peligrar la continuidad de la “protección”, básicamente de dos maneras: activando la ira contra ellos, o creando un precedente de identidad separada, cosa que también les aterra. Por eso adoptan el rol de seres inferiores (siempre Larch) para proporcionar a sus compañeros el sentimiento de ser fuertes, competentes y superiores, cualidades que los CEN siempre buscan en aquellos.
Cabe remarcar que para los CEN, al confundir los límites entre ellos mismos y los demás (CEN + Red Chestnut), la pérdida de una relación acaba siendo la pérdida de sí mismos.
Pero en cualquier caso, sólo el pensar en la posibilidad de la separación, se activan todos los mecanismos de la ansiedad, mantenida por pensamientos negativos (Gentian) y reiterativos (White Chestnut).
A pesar de todo lo descrito, algunos CEN pueden parecer felices en esta vida de autosacrificio que han elegido, como la madre CEN orgullosa del éxito profesional de su hijo, la esposa que supedita por completo su vida a la carrera de su marido, etc. Algo así como realizarse a través del otro.
También tenemos que considerar que no siempre los CEN están rodeados de gente sin escrúpulos, aunque generalmente se sienten atraídos por personas dominantes y a menudo egoístas (esencialmente Chicorys, Heathers, Vervains y Vines).
La tendencia de muchos autores, entre los que me incluyo, ha sido a menudo la de considerar la infancia de los CEN como carente de afecto, padres ausentes, fríos, tiránicos, etc. Sin embargo, para Millon[4] y colaboradores, la personalidad dependiente se explica en gran medida por:
(…) La sobreprotección parental y la desaprobación activa de la autonomía como principales vías de desarrollo (…)
En los primeros meses de vida los bebés son dependientes y se apegan a cuidadores que les proporcionan alimento y les evitan estímulos displacenteros, como pañales sucios. Más adelante, sienten una curiosidad apremiante y exploran el entorno, usando como base segura a sus cuidadores, y sintiendo que el mundo es un lugar seguro que les proporcionará sus necesidades emocionales y biológicas básicas. Algunos cuidadores, en lugar de permitir que la curiosidad surja de una forma natural, están siempre preocupados para que se sientan cómodos. Consiguen anular toda necesidad de explorar el mundo que tenga el niño: los padres se avanzan para dárselo todo. Estos niños están tan consentidos que no tienen ninguna razón para desarrollar las competencias que necesitarán más allá del microcosmos que sus cuidadores han creado. (…) No habrá maduración psicológica si no se rebelan. (…) Muchos padres desalientan de forma clara la independencia del niño por “miedo a perder su bebé”.
(…) El dependiente al principio de su vida es una persona cálida que recibe cuidado y atención y establece vínculos normales. Más tarde, los cuidadores no dejan que el niño desarrolle autonomía (porque disfrutan de la intimidad que les proporciona un niño dependiente, o bien porque temen que cualquier tipo de frustración les genere problemas posteriores. Primero estos cuidados generan confianza. Después esto se trasforma en control en forma de “educación inflexible”. Más adelante se convierte en sumisión y todos los intentos por obtener autonomía conducen a la culpabilidad. Resultado: un niño sumiso, para el que el estar controlado es lo normal y para quien la independencia resulta una trasgresión. El niño internaliza la creencia de que aunque los demás sean adecuados él nunca lo será (…)
Esta descripción tan esclarecedora nos lleva sin duda a pensar en padres Chicory y Red Chestnut como favorecedores absolutos de patrones CEN. De todas formas, podemos pensar también que según la visión filosófica de Bach, CEN elige unas determinadas circunstancias al encarnar:
(…) Cada uno de nosotros tiene una misión divina en este mundo, y nuestras almas usan nuestras mentes y nuestros cuerpos como instrumentos para la realización de esta tarea (…) Nosotros elegimos nuestras propias ocupaciones terrenales y las circunstancias externas que nos proporcionarán las mejores oportunidades de probarnos al máximo (…)[5]
Podríamos suponer que para aprender la lección de La Firmeza los CEN hayan elegido este tipo de progenitores. Y lo cierto también es, para no caer en un determinismo negativo, que muchos bebés con padres tan asfixiantes sacan un fuerte genio y se rebelan. De esta forma, todo intento de autonomía, deberá superar la culpa que supone, de ahí que Pine sea una flor de apoyo tan importante para los CEN.
Para concluir, los terapeutas deberíamos vigilar, como se sugería al principio, no caer en el rol de “solucionadores” y en ningún caso dar a entender que el objetivo de la terapia sea la autonomía, ya que para el CEN negativo esta palabra equivale a soledad y ésta, a su vez, significa terror o cuanto menos implica imposibilidad de supervivencia. En realidad, el CEN no necesita que lo salvemos de los demás, sino el hacer, con la ayuda de las flores, un largo viaje hacia su conciencia emocional donde es posible que encuentre los recursos para afirmar un “sí mismo” más asertivo y más honesto con sus emociones. Sólo así podrá CEN ayudar verdaderamente a los demás.
[1] Conviene citar por ejemplo Trastornos de la Personalidad en la Vida Moderna. Theodore Millon et Al. El Servier. Masson. Barcelona, 2006.
[2] Seguramente los CEN son los clientes que más contratransferencia generan en los terapeutas, ya que son receptivos, tiernos, cumplidores, agradecidos, desvalidos, etc. Comparados con los clientes Heather, las contratransferencias de distinto signo son evidentes.
[3] Millon, Obra cit en nota 1.
[4] Millon y col. Obra citada.
[5] Bach por Bach. Obras Completas, Escritos Florales. Edward Bach. Extractado literalmente de Libérense a Ustedes Mismos. (pág. 54). Continente (4ª edición, 1999). Buenos Aires.
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